La Magníficat es un cántico que nos cuenta resumidamente los sucesos que se desarrollaron entre María y la visita que hizo a su prima Isabel. Las reflexiones sobre la Magníficat nos llevan a conocer, el momento en el que se anunció la concepción del Salvador.
Es un versículo excepcional y una plegaria poderosa además de salvadora. Que da entera confianza sobre los dones de Dios en nuestra modesta Madre.
Reflexiones sobre la Magníficat. Edición por Creemos.net. Original por Paolo Trabattoni en Pixabay.
Hacer algunas reflexiones sobre la Magníficat, nos llevará a comprender un poco más por qué Dios de entre todas las mujeres, la eligió a ella para engendrar a su hijo unigénito.
Por lo tanto, queremos mostrarte el corazón de nuestra sencilla Madre. Ver desde sus ojos, cómo aceptó con humildad y obediencia lo que Dios dispuso para ella. Rindiéndose como fiel esclava a su misión, aceptando su destino y su lugar en la vida del nuestro redentor.
El alma de María, un espejo
Desde su amor, María nos alecciona, que como sus hijos debemos abandonarnos en los ojos de Dios. Al toparnos con las maravillosas expresiones de la Magníficat, podemos descubrir que este bellísimo cántico, nos exhorta a que experimentemos la acogida y cobertura de nuestro Padre.
Que él nos ama y nos perdona, pues sus sentimientos hacia nosotros, es incondicional. Que es capaz de todo por nosotros, con el solo propósito de vernos felices.
Virgen María
La pureza de nuestra madre es el preámbulo de la Bienaventuranzas anunciadas por Jesús. María en tu absoluta modestia, nos enseña que nuestra ventura está proclamada en las Escrituras. No hace referencia a cosas materiales ni de placeres momentáneos.
Ella nos recalca, que todo aquello que no nos lleve a estar bajo la mirada de Dios, no nos acerca a la felicidad. Que como hombres necesitamos y que todo aquello que no cumpla ese propósito, es falso.
María reconoce a Dios, pues aun y cuando es una mujer sencilla y sin riquezas, ha tenido una vida santa bajo los mandatos de él. Por ello, el Señor la miró con ojos de misericordia y con el poder de su gracia, le otorgó la distinción y la honra de llevar en su bandullo a su Hijo.
Magníficat, un cántico de serenidad
Por medio de la plegaria de la Magníficat, valoramos la espiritualidad de quien es aceptada y glorificada por el amor impoluto de Dios. Observemos en María el fruto de quien confiere a Dios su intersección sobre su existencia. Permitiéndole ser el conductor de su destino.
Magníficat, modelo en nuestras vidas
Dentro de las reflexiones de la Magníficat vemos como se expresa el agradecimiento y la exaltación que María refiere a la obra que Dios hizo en su vida. Hace honor a su grandeza y proclama la alegría de su espíritu por las maravillas que experimentó al aceptar su misión.
Por medio de su entrega, nuestra Madre es glorificada y bienaventurada entre todas las mujeres. El fruto de su vientre es bendito y bendita es ella también, porque fue la esclava de Dios. Y por medio de su obra, glorificamos al Santo padre, damos fe de su grandeza y poder.
A través de María, glorificamos el Santo nombre de Jesús y rendimos tributo a los mandamientos de Jesús. Su inmaculado corazón nos invita a no deshonrar el nombre de Jesús y alabarlo frente al santísimo.
Por María damos fe de la mayor cualidad de Jesús que es su misericordia. Seguidamente, por la misericordia de Dios padre que viene de la mano con el llamado temor al Señor. Que sin lugar a duda, es el punto de inicio de la sabiduría y uno de los muchos dones del Espíritu Santo.
María es una mujer de fe inquebrantable, quien incluso a los pies de la cruz, en medio de su dolor por la muerte de su hijo, nunca dudó de la voluntad de Dios. Con este acto, la Virgen María nos demuestra que ante toda dificultad y dolor debemos dar gracias a Dios.